Uno de los espectáculos que nos ofrece la naturaleza en el curso medio del río Corneja surge cada año a principios de la primavera con la floración de los perales. En casi todas las huertas que se cultivan, hay uno o varios perales y en muchas que hoy no están cultivadas, o se utilizan como prados, aun sobreviven viejos perales. La floración de todos ellos transforma ahora el paisaje de la zona.
Cuando todo estaba cultivado el espectáculo debió ser semejante a las imágenes que actualmente ofrece el Valle del Jerte con sus cultivos de cerezos en flor.
Hoy no hay ninguna explotación dedicada al cultivo de peras, pero aún existen muchos perales para autoconsumo de las variedades donguindo, de Roma (o de invierno) y de Aranjuez. También en las huertas que aún se cultivan, en mucho menor número, hay algunos ejemplares de las variedades conferencia, ercolina y otras.
Los perales florecen formando racimos de flores (corimbos), surgen antes que las hojas, con lo que un peral en plena floración presenta un color prácticamente blanco.
Las flores son muy vistosas y con abundante néctar, estas propiedades facilitan que el polen, que es adherente, sea transportado entre ellas por los insectos. La lluvia impide el vuelo de las abejas, limpia el aire de polen, arrastra el polen de los estigmas y diluye el néctar. Por lo tanto los máximos enemigos de las peras, en esta fase, son los periodos de lluvias prolongadas y las heladas tardías.
Entre las distintas variedades de perales es muy frecuente la polinización cruzada. Algunas son buenas polinizadoras y otras no.
Los primeros en florecer son los perales de la variedad ercolina, después los de Roma y de Aranjuez, luego los de donguindo y los de la variedad conferencia florecen casi un mes mas tarde. Los perales autóctonos de la zona (donguindo, de Roma y de Aranjuez) florecen prácticamente a la vez cuando las condiciones de temperatura y humedad lo permiten, hay ligeras variaciones según la altitud, la proximidad al río, la orientación… y son los actores del espectáculo que os estamos describiendo.
Nosotros en la misma huerta tenemos dos perales de donguindo, uno autóctono y el otro comprado en una tienda. El comprado floreció un mes antes que el autóctono. Esta propiedad es muy importante porque al florecer más tarde es bastante más probable que no se hielen las flores o los pequeños frutos y así se logre una buena cosecha de peras.
En Villafranca de la Sierra y Navacepedilla de Corneja, en la primera mitad del siglo XX, se producían bastantes kilos de peras que abastecían de fruta fresca de temporada los mercados de Madrid y Salamanca, donde llegaron a alcanzar cierta fama. Las peras se ponían en los mercados directamente desde los árboles, sin ningún tipo de conservación. Hoy las cosas han cambiado un poco.
Si visitáis la zona y habláis con las personas que aún residen en estos pueblos, se referirán al espectáculo como ‘peralas en flor’. Los perales aquí son ‘peralas’.
Espero que os haya interesado esta maravilla que hemos pretendido mostrar y que podéis comprobar. Aún sigue existiendo cada primavera en las zonas más bajas y próximas a los pueblos de la ladera norte de las sierras de Villafranca y Piedrahita en la provincia de Ávila.
Eva dice
Refrán:
Por Semana Santa se hielan las peras en Villafranca.
Huerta dice
Gracias Eva, por la zona hay varias versiones sobre este refrán, otra sería:
‘Si no hubiera Semana Santa, habría peras en Villafranca´
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