En la huerta tenemos varios ciruelos europeos autóctonos de la variedad Claudia y uno de la variedad d’Ente de ciruelas moradas.
Hace unos años observamos, en las bases de los últimos brotes del ciruelo de moradas, abultamientos de color pardo, parecían yemas que habían proliferado anormalmente, pero al fijarnos más detenidamente era fácil distinguir unas pequeñas agallas redondeadas y que no acababan en punta como las yemas. Se trata de una infestación ocasionada por ácaros.
También aparecen, en menor medida, en nuestros ciruelos de claudias.
Los ácaros
El agente causal es un ácaro de la familia Eriophyidae, Acalitus phloeocoptes. Se alimentan de materiales vegetales (fitófagos), viven siempre como parásitos en las plantas y son muy específicos. Infestan a los ciruelos y a los almendros. Son los causantes de malformaciones del tejido vegetal, forman unas agallas redondeadas visibles a simple vista.
Son ácaros muy pequeños, miden unas 140 micras y solamente tienen dos pares de patas, no cuatro como la mayoría de los ácaros.
Ciclo
Los ácaros adultos hibernan dentro de las agallas el año anterior, pasan los inviernos protegidos de las bajas temperaturas y de las inclemencias del clima.
En primavera, al brotar las nuevas yemas, comienza la salida de los ácaros adultos y se dirigen hacia la base de los nuevos brotes, tanto vegetativos como fructíferos. Esta fase suele coincidir con la caída de los pétalos de las flores del ciruelo, pero las viejas agallas no quedarán totalmente vacías hasta finales del mes de mayo. Hay salida escalonada de adultos durante unos 50/60 días.
Las hembras pican en la base de las yemas para alimentarse e inyectan sustancias reguladoras del crecimiento que producen deformaciones en las plantas, agallas con compartimentos internos (poliloculadas). Las nuevas agallas primero son de color verdoso, luego marrón-rojizo. Dentro de los lóculos la hembra pone huevos que allí mismo se convertirán primero en larvas y después de dos estados de ninfa, en adultos.
En verano dentro de las agallas es posible distinguir huevos, fases larvarias y adultos.
Al observar una rama infectada veremos racimos de agallas que la rodean y situados a la altura de los brotes de cada año. Las agallas viejas, arrugadas y de color negruzco, no contienen ácaros y de las nuevas surgirá una nueva generación en la siguiente primavera.
Daños
Los ácaros de las yemas del ciruelo tienen una capacidad de multiplicación muy alta, si no se controla acabarán afectando a todas las ramas nuevas del ciruelo, constituyendo una verdadera plaga.
Las ramas afectadas no brotan, o los brotes serán raquíticos y se verá comprometida la producción de ciruelas y el desarrollo de las hojas. También contribuyen a la propagación de virus.
Lucha
Es difícil acabar con esta plaga, pero es posible mantenerla bajo control.
Nosotros al detectar la plaga, que estaba muy avanzada en el viejo ciruelo d’Ente, decidimos hacerle una poda radical de rejuvenecimiento eliminando la mayoría de las ramas afectadas y las agallas. Después lo tratamos con azufre comercial, presentado como polvo mojable, mediante pulverización.
Los ácaros adultos necesitan temperaturas altas para salir de las agallas, este es el momento en el que son más vulnerables, por esta razón, el tratamiento de invierno que hacemos de forma habitual a todos nuestros árboles frutales con aceite mineral e insecticida, no tiene efecto sobre estos ácaros.
El primer año hicimos, a los ciruelos infestados, tres tratamientos con azufre hidrolizado separados 14 días, procurando siempre evitar los periodos lluviosos. El primero lo hicimos coincidir con la caída de los pétalos de las flores.
Después, cada año, hacemos a todos nuestros ciruelos dos tratamientos con azufre separados entre 14 y 21 días. Aunque no hemos eliminado la plaga de ácaros la mantenemos bajo control y ya no comprometen la viabilidad de los árboles y el desarrollo de las ciruelas.
Este tratamiento está autorizado en agricultura ecológica.
Curiosidades
Hasta hace unos años en esta zona se desconocía esta plaga de eriófidos. En España comenzó a crear problemas serios en las plantaciones de ciruelos japoneses a principios del siglo XXI. De hecho, el abuelo pensaba que eran yemas secas. No tenemos duda que estos ácaros llegaron a la huerta con los ciruelos japoneses (Prunus salicina) que algunos agricultores, a finales del siglo pasado, compraron en viveros y sembraron en las huertas. La plaga se transmite de un ciruelo a otros por el aire.
En uno de los ciruelos europeos silvestres de la variedad morada, de los muchos que aún existen por la zona, hemos observado, con preocupación, la presencia de agallas de las yemas.
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