Una vez recogida la cosecha de la temporada anterior, hemos de ir realizando las labores en la huerta para la próxima.
Al retirar las varas o tutores, dejamos sobre el terreno los restos sanos de las plantas de judías, tomates, berenjenas, patatas, repollos, etc., que han completado su periodo vegetativo o productivo.
Gran parte de estos restos se han ido descomponiendo desde finales del verano con la lluvia, el sol y las heladas, además, la huerta se ha cubierto de pamplina.
A principios de invierno, cuando la tierra está húmeda y el tiempo soleado, recogemos los restos groseros que quedan de las parras, pies de tomates, pimientos y restos de la poda de los frutales, los quemamos en pequeños montones después de haber solicitado el permiso correspondiente.
Arrancamos las plantas de los repollos ya recolectados y con una navaja picamos sus hojas para incorporarlas al terreno (biofumigación), esparcimos las cenizas de la quema.
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Es el momento de labrar por primera vez con la motoazada. Hacemos una labor superficial (15-20 cm.) que elimina las malas hierbas, incorpora los restos de cosecha al terreno, airea la tierra y prepara el lecho de siembra. En la medida de lo posible esta labor la haremos en el sentido de las curvas de nivel y si es necesario haremos dos pasadas.
En el mes de abril aprovechando otro día soleado y con la tierra húmeda pero no encharcada, extendemos el compost y volvemos a labrar.
En el mes de mayo aramos de nuevo toda la huerta. Iniciamos las labores de preparación de la siembra, teniendo en cuenta la rotación de los cultivos. Como regamos la huerta por inundación, hacemos surcos perfectamente nivelados y con el suficiente ancho para evitar que el agua llegue al tronco de las plantas que cultivamos. Algunos cultivos como semilleros, zanahorias, canónigos, rúcula,… los cultivamos en pequeñas eras.
Hemos elegido una zona y el producto a sembrar. Una semana antes de la siembra la «asurcamos» (hacer los surcos) con la azada. A la semana siguiente, en las condiciones meteorológicas normales de la época, la tierra estará asentara y se habrá fijado el tempero, estas condiciones facilitarán la germinación de las semillas o el éxito de los plantones que sembremos.
A continuación, desde la misma perspectiva se puede ver la huerta antes y después de realizar estas labores.
Anualmente, estas tareas nos exigen un poco de ejercicio físico y contar con condiciones meteorológicas favorables. Estas dificultades, que no tienen los cultivos intensivos, después nos serán recompensadas en el desarrollo de las labores y la cosecha.
Rubén dice
hola, antes de nada felicidades por el trabajo, tanto de campo como el de edición y redacción. Quería saber que función cumple el rectángulo de color mas claro que hay al lado izquierdo de las dos últimas imágenes, donde ya se ha labrado; y si nos puedes hablar sobre el tempero, gracias.
Buen día.
Huerta dice
Muchas gracias Rubén.
Ese rectángulo se corresponde con una zona de la huerta donde sembramos fresas. Como es un cultivo plurianual no labramos con la motoazada, las cavamos manualmente.
El tempero es un estado de la tierra que indica que está bien labrada y que tiene la humedad justa para que germinen y enraícen semillas y tubérculos. Para comprobar que hay tempero, el terreno no tiene que estar encharcado y eliminando la superficie, al un poco de tierra con la mano y apretar ligeramente, se debe mantener la forma de la mano.