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Cómo convertir los residuos de la huerta en compost vegetal

Cómo convertir los residuos de la huerta en compost vegetal

Cómo convertir los residuos de la huerta en compost vegetal

Hasta mediados del siglo XX, en las zonas rurales, los agricultores y ganaderos solían tener su propio estercolero en el huerto o en la huerta más próximos a la vivienda. Allí se depositaban durante todo el año restos de comida y el estiércol con paja de los animales domésticos estabulados. Se iba acumulando desde la primavera, maduraba y en la siguiente primavera se retiraba para abonar los cultivos.

Pila de compost en verano

Compost vegetal

No tenemos animales domésticos pero en un rincón de la huerta, al lado del lilo, es donde, en palabras del abuelo, «tiramos la basura para obtener estiércol». Durante casi todo el año recogemos y apilamos la mayoría de los residuos de la huerta y algunos domésticos, para obtener compost.
Se trata de transformar los residuos sólidos, mediante métodos biológicos, en enmiendas orgánicas para los cultivos. Por la acción de microorganismos, hongos, protozoos, lombrices, etc. se produce una descomposición bioquímica en caliente, que transformará los residuos orgánicos. Obtenemos un excelente compost vegetal, que incorporamos al suelo cultivado, para mejorar su estructura y aportar minerales para las plantas.

Restos de cultivos

El proceso de formación, tanto del estiércol como del compost, consta de tres fases:
Una primera mesófila. Sube la temperatura hasta alcanzar los 20-35°C y el pH baja, entre 4 y 6.
Una segunda fase, termófila, donde la temperatura sube de 35 a 65°C. Se produce un proceso de alcalinización (pH entre 7,5 y 9,2). En esta fase se destruyen la mayoría de las semillas y todos los patógenos.
Una última fase de enfriamiento y maduración, el pH tiende a neutro (7).
La velocidad del proceso es más lenta cuando la mayoría de los residuos son vegetales (ricos en lignina). Para favorecer la acción de los microorganismos se necesita humedad y oxígeno. Al final se reduce el peso y el volumen.

Compost madurando

Elaboración

Hacemos una pequeña fosa en el suelo, de unos 50cm de profundidad, allí vamos echando todos los años los residuos, apilando unos sobre otros. En verano solemos regarlo de vez en cuando y en otoño y en invierno lo volteamos varias veces, con la horca y la azada. El volteo airea, enfría y homogeniza los restos, aumenta el oxígeno disponible y la temperatura vuelve a subir. A veces si es demasiado fibroso, echamos algunas paladas de tierra.
Esto es lo que ponemos en la fosa:
. La hierba verde que cortamos de las lindes.
. Los desperdicios de las hortalizas que cosechamos o que se estropean (lechugas, zanahorias, calabacines, repollos, coles de bruselas, patatas pequeñas, patatas que nacen solas del año anterior, cebollas, puerros, etc.)

. Las frutas que se caen o se pudren (manzanas, peras, ciruelas, melocotones, etc.).
. Las malas hierbas inmaduras que retiramos del cultivo (cenizos, correhuelas, cola de caballo, etc.). Si ya tienen las semillas maduras (una sola planta de cenizo blanco puede tener hasta medio millón de semillas viables) no las ponemos en la pila nunca porque, si el proceso de compostaje no ha sido perfecto, no se destruyen todas las semillas y las sembraremos después en la huerta. En ese caso, las arrancamos y las dejamos sobre la linde.
. Restos, no muy gruesos, de poda, astillas de afilar los tutores, ramas de frambuesas o gladiolos, hojas del maíz morado, etc.
. Parte de las vainas secas de las judías que cultivamos.
. Algunos restos domésticos, como cáscaras de huevos y los posos del café. Son fáciles de almacenar y de transportar de forma higiénica.

Pila de compost

Ventajas el compost vegetal

Tanto la elaboración de compost vegetal, como su utilización en el suelo que cultivamos, tiene unas ventajas que nos compensan el pequeño esfuerzo que supone elaborarlo. Veamos algunas:

Ambientales

La más importante es que al compostar estos residuos y no quemarlos fijamos mucho carbono al suelo y evitamos emisiones de CO2 hacia la atmósfera. Es una de nuestras pequeñas contribuciones para fijar gases de efecto invernadero, ya sabéis que son los responsables del cambio climático. Además, es muy interesante para los cultivos que en el suelo el carbono orgánico alcance el 2%.

Mejora de las propiedades físicas del suelo.

El color oscuro permite que el suelo se caliente más y contribuye a mantener una temperatura más estable.
Compacta los suelos arenosos y aligera los arcillosos.
Aumenta su permeabilidad al agua y al aire.
Mejora el drenaje y minimiza los efectos negativos de la erosión.
El suelo puede retener más agua y disminuye la evaporación.

Mejora de las propiedades químicas del suelo.

Efecto tampón, disminuyen las oscilaciones de pH.
Al formar coloides el suelo puede retener más minerales, sobre todo calcio, magnesio, sodio, potasio, hierro y fósforo.
Aporta nitrógeno orgánico que incrementa las reservas del suelo.

Compost en la huerta

Mejoras biológicas

Evita el encharcamiento y la asfixia radicular.
Favorece a la población microbiana del suelo.
Favorece el enraizamiento y la nutrición mineral de las plantas cultivadas.

Mejoras sobre los cultivos.

Mejora las características físicas y biológicas del suelo y por lo tanto su fertilidad y productividad.
Aumenta la porosidad del suelo, su capacidad de retención de agua y de drenaje y facilita el laboreo.
Contribuye a que se creen complejos arcillo-húmicos que constituyen unas magníficas reservas de nutrientes para los microorganismos y las plantas.

Compost listo para incorporar al terreno

La materia orgánica en la huerta.

Un suelo de arena no permite que se desarrollen las plantas, para ser fértil necesita materia orgánica, minerales, microorganismos, etc.
Los suelos más fértiles serán aquellos que reciban un aporte de materia orgánica que les permita mantener su equilibrio húmico. Se estima que en una huerta de regadío, la materia orgánica anual perdida son unos 1800 kg/ha y año.
El balance de materia orgánica en la huerta es la diferencia entre la aportada (restos de cosecha, abono en verde y compost vegetal) y la pérdida (básicamente los minerales utilizados por las plantas y por el riego).

Pila de compost en otoño

Restos de cosecha

Ya contamos en la entrada de preparación del terreno antes de la siembra, que las plantas secas de las judías, de los tomates, de los pimientos y de las patatas las arrancamos y las dejamos todo el invierno sobre la huerta. Se fraccionarán, por efecto del sol, de los cambios de temperatura, del agua y del viento y las incorporamos directamente al suelo.

Huerta antes de arar, abonado en verde

Abonado en verde

Después de la cosecha dejamos crecer una alfombra de pamplina (Stellaria media L.), que cubre espontáneamente casi toda la superficie de la huerta y también la incorporamos al labrar en primavera (abonado en verde).

Compost

El compost vegetal que obtenemos cada temporada no es suficiente para abonar toda la huerta por eso lo ponemos cada año en zonas distintas, para ir mejorándolas. Elegimos en las que, por la rotación de cultivos, no pensemos cultivar ese año judías secas (leguminosas). El mismo día que lo extraemos lo enterramos con la motoazada para que no pierda sus propiedades.
Si el compost no está muy maduro aportará más nitrógeno y menos minerales que el maduro. Como nuestro compost vegetal es muy fibroso resultará pobre en fósforo, potasio y calcio. Por eso procuramos añadir cáscaras de huevos (enmienda de calcio) y posos del café que consumimos en casa (incorpora materia orgánica y minerales, sobre todo potasio).

Tierra fértil en la huerta

Podríamos aportar estiércol de ganaderos de la zona pero preferimos no incorporar al terreno elementos de los que no controlamos sus propiedades físicas ni su composición.

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