En invierno, una vez cosechadas las judías, los tomates, los pimientos… hemos de retirar de la huerta los tutores, en la zona se denominan varas, y preparar algunos nuevos para reponer los que se han deteriorado.
Arrancamos las varas, tirando con ambos manos desde su base y retiramos las parras, restos de las plantas que tienen enrolladas o sujetas. Las parras quedan distribuidas por el suelo de la huerta para que aporten materia orgánica. Cuando se vaya a labrar por primera vez, si hay demasiadas, las recogemos y quemamos junto con los restos de poda de los frutales (previa la obtención de la autorización para quemar restos de cosecha).
Utilizamos como tutores las varas de madera que se han usado siempre en la zona. Las obtenemos de diversos árboles y arbustos, la mayoría son de bardal negro que es el nombre que se da a una de las distintas especies de sauces (Salix spp.) muy abundantes próximos al río Corneja y a los cauces de agua.
Estos sauces o bardas son los que mejor se adaptan a las condiciones que se necesitan para ser utilizados como varas, alcanzan hasta los dos metros y medio de longitud y son rectas prácticamente, se mantienen sin encorvarse años, su madera tiene cierta dureza para aguantar periodos enterrada y que no se fracture con facilidad, por este motivo no se utiliza la variedad blanca, aguantan el peso de las plantas y sus frutos y son reutilizables durante varios años. Estas propiedades también las cumple el saúco (son más duras) y el avellano (son más rectas).
El mismo varero con su manta de invierno.
Con una rozadera o con una azuela se afilan las puntas que se hayan estropeado de las varas utilizadas. Se clasifican por longitud (las más largas se utilizaran para las judías y las otras para los tomates y pimientos) y se agrupan juntando las puntas en haces de 15 o 20 que atamos y colocamos en los ‘vareros’.
Como todos los años necesitamos reponer varas, las cortamos de bardales que se han desmochado, respetando el tronco, así a los tres o cuatro años nos proporcionan más varas excelentes. En la zona esta práctica era habitual y contribuía a mantener limpio el cauce del río. Actualmente está sujeta a autorización por la Confederación Hidrográfica del Duero y el cauce no se limpia.
Quitamos las ramas y el extremo más delgado de las nuevas varas pues no aguantarían el peso. En el extremo más grueso hacemos la punta (las afilamos) y las agrupamos en haces de 15 o 20 según su calibre. Las ponemos en vareros donde se secaran. Es importante que no tengan contacto directo con el suelo y que queden rectas y apoyadas para evitar que se encorven.
Truco del abuelo
Coloca las varas en las judías formando una pirámide cuadrada (cuatro varas), las cruza el la zona superior para dar estabilidad y que no caigan con el viento y el peso. Si en el punto que se cruzan las atamos con un cordel esta estabilidad es mucho mayor. Antiguamente se aprovechaban las cortezas (piel) de los bardales cortadas en tiras para atar, es una práctica sencilla y el material biodegradable.
En la ribera del río también hay muchos bardales que se utilizaban para obtener mimbres con los que se fabricaban cestos, que son muy útiles para recoger la fruta y otros productos de la huerta.
BRASIL dice
Por favor sabeis donde puedo encotrar una vara de madera larga 5 o 6 metros quesea gruesa para clavar en el suelo rigida para sosterce bien en vertical sin doblarce
Huerta dice
Nosotros tenemos algunas de avellano y conocemos gente que tiene varas incluso más largas, las utilizan para tapar los cerezos y son de troncos secos de pinares.